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¿SOMOS COMPETITIVOS ?

Hace cuatro años cuando se terminó de negociar el TLC en la ciudad de Washington se consideraba al sector arrocero y avícola de Colombia como el palo en la rueda para que se produjera el gran salto comercial de la economía Colombiana al poder exportar libremente hacia los Estados Unidos de América que por esta época era nuestro principal socio comercial. Sencillamente estas dos actividades agropecuarias no podían ser competitivas con la americana, los costos de producción en Colombia resultaban más altos, para el caso del arroz, debido a que la estructura de producción es ineficiente por falta de inversión en infraestructura, vial, de riego y de comercialización de la materia prima. El gobierno nacional reconoció esta falencia del sistema y prometió invertir inmediatamente con un programa nacional para mejorar estos inconvenientes dela infraestructura, se creó el AIS que en su gran mayoría se orientó hacia el mejoramiento de la capacidad de riego intrapredial, sin haber tenido un verdadero impacto sobre los costos de producción y desde luego sobre la competitividad. La pregunta pertinente en este momento después de cuatro años es : ¿somos más o menos competitivos? Y la respuesta es estamos igual que hace cuatro años. Si nos atenemos a una de las definiciones del concepto de competitividad “capacidad de producir bienes y servicios que superen la competencia internacional mientras los ciudadanos del país gozan de un nivel de vida creciente y sostenible” no estamos en capacidad de competir con los arroces importados y no lo podremos estar hasta que el gobierno central decida hacer de la producción de alimentos una verdadera locomotora del desarrollo para proveer no solo la seguridad alimentaria de todos los colombianos, sino también empleo digno para la población rural de Colombia. Otros componentes del concepto de productividad deben ser la productividad la eficiencia y la rentabilidad. En esta materia el sector arrocero colombiano ha hecho la tarea con investigación que la coloca en los más altos estándares en el continente y en términos de productividad en el primer lugar de los países de la zona tropical. Sin embargo, no podemos competir por la falta de infraestructura y porque hay factores dentro de los costos de producción que como el precio del arrendamiento de la tierra, el valor del agua y el costo de la fertilización no nos permiten igualar los precios del mercado mundial. Se necesita un cambio en la planeación nacional del desarrollo que destine el capital necesario para desarrollar la infraestructura que nos permita competir con el mercado nacional y a la vez proporcionar la seguridad alimentaria de los consumidores y ser la principal fuente de desarrollo de la ruralidad colombiana.